Publicamos por primera vez una novela desde Terra Ignota. Vitae Bellator es la primera novela de Alejandro Paradinas Domínguez y el inicio de la colección Cum Gladio Et Sale Vita Victum Est.

Sinopsis

Máximo es un hombre joven, fuerte, recto, oficial de una Armada de plata envejecida, criado en un barrio humilde de Madrid y el mayor ejemplo de que sólo a base de luchar se puede conquistar esta vida. A su lado marcha su leal y bella mujer Andrea, con quien comparte una tarea encargada por Dios.

Él, desde una de las fragatas más poderosas del mundo, y ella, desde las entrañas de un hospital, deberán mirar al Mal a la cara y vencerle esquivando cada uno de sus golpes. Para ello, sus ángeles de la guarda desenvainarán una espada y los fortificarán tras un escudo, pues de ellos depende que los hombres vuelvan al camino de la luz y huyan de las tentaciones que el oscuro Príncipe pone al alcance de la mano en este vanal mundo.
Juntos han superado cuantas dificultades se les han presentado en el camino, pero ¿podrán con la guerra mundana y divina originada desde Rabat?

Presentación del autor

TI: ¿Quíen es Alejandro Paradinas Domínguez?

«Nada soy y nada merezco».

No tengo mejor carta de presentación que este lema. Mi nombre es Alejandro y nací en 2004, en medio de una crisis familiar, nacional y, posteriormente, económica que ha durado hasta hoy, y cuyos estragos me han dejado marcado de por vida. Soy de esa generación que se ha criado intentando molestar lo menos posible por piedad hacia nuestros padres, pues estos ya sufrían lo suficiente al cruzar la puerta de casa o sentarse a revisar qué recibo devolvían este mes.

TI: tú generación viene pisando fuerte. Aunque se les suele criticar por inconstantes o por adictos al móvil, lo cierto es que sorprende la fuerza creativa con la que estáis entrando en la vida adulta. ¿Una novela cuando apenas entras en la edad adulta?

Ahora que he crecido y he visto el mundo que hay fuera, no puedo sino elevar un grito de guerra. Me arrancaron la fe de niño, me envenenaron pronto y perdí la inocencia, he visto y hecho cosas horribles, por eso no merezco nada, pero, aún así, recibo. He vagado sin ton ni son por este mundo la mayor parte de mi vida, cayendo en ídolos y placeres vanos, pero la infinita misericordia de Dios fue capaz de demoler el mundo entero a mi alrededor con tal de mostrarme mi error, eso me hizo darme cuenta de que en verdad no soy nada, no sin Él. Desde entonces intento enfocar todas mis energías en caminar de su mano, en forzarme a ser mejor, tanto porque puedo como porque debo. Lo que antes era una pérdida de tiempo, ahora es un gran pilar de mi vida. Siento que Él me pide que escriba, y así yo me exijo.

TI: llamada y respuesta. ¿Vocación?

Él me dio el don de saber unir palabras, por eso yo ahora cuento historias que sirvan a quien las lea (esa preciosa y cercana forma que un buen amigo me enseñó, el «hermano Lector») de ejemplo y le eviten tener que pasar por donde yo tuve que pasar para obrar correctamente y vivir agradecido y feliz. Es imposible crear nada bello si uno no convive con la Belleza y no se regocija en tener un pedazo de ella en su corazón. La mayor prueba de ello la he hallado en mí, pues no fue hasta que empecé a acercarme a Dios que fui capaz de terminar una sola novela, todos mis anteriores intentos se quedaron por el camino.

TI: en esta casa hemos hablado mucho de los trascendentales: Verdad, Bien y Belleza…

El Amor, la Misericordia, la Justicia, la Belleza y la Alegría son elementos que provienen del Bien, por eso en este mundo están sepultados bajo capas de escoria y quien los practica es condenado al ostracismo. Yo me rebelo contra esa abominación y ensalzo el oro que está tapado por el fango.

Acompáñame a través de mis historias y juntos saldremos a cazar demonios armados con una estilográfica y un rosario.

TI: amén.