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Chivatos

Pocas horas antes de sentarme a escribir estas líneas –yo bien, a Dios gracias, espero que usted también– me entero de que hoy hay votaciones en las Provincias Vascongadas. El caso –sección de Sucesos Políticos– es que habrá mil quinielas sobre el resultado de las votaciones. También encuestas, opiniones y apasionadas conclusiones extraídas tras cruzar el histórico de éxceles de la Junta Electoral Central.

Todo tiempo perdido que nunca recuperará su inversor. Yo les adelanto el desenlace comicial: gana el 78, pierde España. Todo lo demás es ruido y entretenimiento infecundo. El reparto material de escaños favorecerá nuevos avances en el proceso de federalización setentayochista. Donde el Estado avanza, la Nación retrocede y ya no recupera el terreno perdido. Así llevamos 45 años, en un programa de desespañolización financiado y ejecutado por el Estado –el 78– con tus impuestos.

Pero la aristocracia setentayochista de anglosajonia repite ante cualquier alcachofa que le pongan delante que el 78 es lo mejor que ha hecho España, que es una opinión compartida por todos los enemigos de España. 

A las alcachofas las llaman en Cádiz alcauciles, que resulta que en los ambientes lunfardos bonaerenses es un término apropiado para los soplones, los chivatos y los delatores. De esos los tenemos a espuertas. En nómina de terceras potencias los hay en el Gobierno, en la oposición, en los medios, en el monolitismo editorial y hasta memos de balde a los que no les falta su alcachofa. Tenemos a gente que trabaja para el enemigo hasta sin saberlo. Ahora bien, la palma de acusicas en todo Occidente no es sólo de los que trabajan para terceras potencias, sino ciertas entidades que lo hacen para la propia: los bancos delatores de sus clientes ante los gobiernos que hacen las leyes con las que operan esos bancos para sablear a sus clientes. Gobierno legislador y banco expropiador. Poesía circular del robo con el BOE por orden del PSOE. Poesía política de rima jurídica.

Del dinero en el banco va mucho de lo que pasa. El G7 dice que se va a quedar con lo que tengan los rusos en bancos occidentales. Esto sólo es posible si el banco colabora en el robo. La postmodernidad ha hecho del banco un enemigo del individuo.Tumbados en el sofá, mucho antes de tuitear y de que se sucedieran las temporadas de Los Soprano, de The Wire y de Deadwood, los occidentales ya habían perdido una de sus libertades fundamentales. Un día, los bancos ya habían dejado de trabajar para sus clientes porque trabajaban para el Gobierno. ¿Para qué tomarse la molestia de captar depósitos si el Poder te puede garantizar beneficios milmillonarios a golpe de BOE a cambio de la delación? Así gobiernan los salvajes, succionan –Jouvenel– de quien produce y destruyen –Maquiavelo– todo lo que conserve algún signo de antigüedad. Lo talibanes afganos, los grandes Budas de Bamiyán; el Daesh, los restos de Palmira; el 78, la mayor Cruz del mundo.

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