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Gibraltar

La mejor película de la que un español puede ser espectador en este momento es Hispanoamérica. Canto de vida y esperanza, dirigida por José Luis López-Linares. Hasta el Rey ha ido a verla. O la que hoy estrena Terra Ignota sobre el Valle de los Caídos, que es de todos los españoles. De todos, no de unos contra otros. El Ejecutivo, en cambio –qué hartura de Gobierno–, prefiere butacas para otra película cuando es en el escenario donde está su sitio.

Existen conversaciones sobre las relaciones de Gibraltar con la UE tras el Brexit. Según Moncloa, hay «avances en el Acuerdo UE-Reino Unido en relación con Gibraltar». Esto es, España es espectadora de unas negociaciones sobre la situación de la colonia que la traicionera Inglaterra tiene en territorio español.

España se desvanece de la misma España. El Gobierno y la oposición pepera ya se fueron hace unos días a Bélgica a usurpar al Rey, que –por un exceso de prudencia o una falta del ánimo– nada dice mientras un comisario europeo le merienda el artículo 56 del 78 y le «arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones».

Ahora sabemos que Moncloa también se desentiende de la penosa tarea de gobernar y que prefiere sentarse a comer pipas junto el corsario Picardo –alcalde del Peñón invadido por el inglés– mientras deja que sea un burócrata eslovaco (!) quien negocie la integridad de España. Hay soldados españoles en Eslovaquia para defender su integridad territorial de una agresión imaginaria de no se sabe qué enemigo. La bandera inglesa en Gibraltar es real.

El Ministerio de Defensa, para el que trabajan esos soldados españoles enviados recientemente a Eslovaquia ha negado últimamente que el puerto de Mahón –ay, la Pascua Militar– sea o vaya a ser base naval de la OTAN. A Menorca van los buques otaneros desplegados en el Mediterráneo cada vez que les hace falta mahonesa. Tenemos la enseña británica en la península desde hace 300 años y ahora va a fanfarronearle la señora Robles a la OTAN. Se pondrá guapa con los tragaembustes de los que el 78 ha llenado España, porque a un almirante useño no tiene arrestos para rechistarle. Hasta Cartagena la presentaban las informaciones como base de hecho. No Rota, ¡Cartagena! Pero la desmentida es sólo Menorca. 

El caso es que –volvamos a Gibraltar– el comunicado de Exteriores explica que la reunión tuvo lugar en Bruselas. Lo primero es preguntarse qué hace Exteriores tratando la integridad de España. En Bélgica. Nos informa de que el encuentro tuvo lugar «en una atmósfera constructiva». Esto quiere decir que el español no le levantó el dedo ni la voz al inglés. También apunta que en las «negociaciones» –¿de qué nos sonará que Moncloa negocie la integridad de España en el extranjero?– «se han conseguido avances significativos». ¿Quién los ha conseguido? ¿En qué dirección han avanzado? ¿Con qué significado? El comunicado es un enigma. La bandera es una certeza.

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