¿Qué tiene que ver un príncipe alemán con la PSOE? Además de que ambos son hijos del protestantismo, y que se desarrollaron de algún modo en Alemania, poco más.
Existe un latinajo que nos sirve como excusa para este artículo: Cuius regio, eius religio, que vendría a ser que el reino tendrá la religión que tenga el rey, lo que se traducía en que un territorio podía y debía ser católico o protestante según la religión o herejía, respectivamente, de su gobernante (que sólo podía ser luterano, no se permitían otras herejías como la calvinista), lo que pretendía cierta paz y cohesión social. Y quien no quisiese adaptarse a la religión oficial simplemente tenía el ius emigrandi para irse y dejar de molestar.
Medio milenio después este latinajo está más que nunca de total vigencia, no ya por la lucha del catolicismo contra el luteranismo, sino por la lucha de sus bastardos, del «catolicismo cultural» contra el «protestantismo cultural» también conocido este último como «lo progre» o «lo woke».
Y es que sobre todo en el siglo XX las «religiones seculares» -que podrían ser las ideologías liberales, comunistas o «fascistas» trataron de ser impuestas en los respectivos países por los respectivos gobernantes o potencias, quedando tras la guerra dos grandes ideologías que luchaban por repartirse el mundo. Podemos afirmar que venció la degeneración de ambas, y a las que nos hemos referido como «lo progre».
Lo progre es la ideología dominante en eso que llaman «occidente». Es, diríamos, la religión oficial del Estado en mayor o menor medida según cual sea el partido de gobierno. El rey tiene una religión y hará todo lo posible por inculcar la nueva religión a sus súbditos. Seremos aquí sólo lo suficientemente claros: los gobernantes occidentales destinan decenas de leyes y miles de millones de euros a endosarnos el abecedario arcoíris, el determinadas vidas importan pero otras son sólo células, el según quien seas te creemos, te mandamos a prisión provisional o «no podemos hacer nada caballero», etc.
¿Es ilegítimo que el gobernante quiera que sus gobernados tengan su misma religión? O en orden inverso, ¿es ilegítimo que los gobernados quieran que su gobernador tenga la religión del pueblo? O vayamos un poco más allá, ¿es ilegítimo que cada gobernado quiera que sea su religión la imperante en el resto de la sociedad? No, es algo completamente natural.
Si hoy la religión del rey es una, mañana podrá haber otro rey que tenga otra religión. Se trata de que seamos nosotros ese rey e impongamos nosotros otra religión (la verdadera, claro) porque el «que cada una tenga la que quiera» queda muy bien como eslogan liberal, pero la realidad es otra y además, no somos demócratas. Ellos tampoco lo son.
No deja de ser curiosa una medida de época de Felipe II que tomaron distintos reinos europeos para prohibir que sus respectivos vasallos estudiasen en las universidades del enemigo, pues como es sabido «lo progre» que padecemos es en buena medida importación de las universidades yanquis. Cabe preguntarse cuantos tarados nos hubiésemos evitado si nuestro rey hubiese prohibido, como entonces, no ya estudiar en ellas, sino cortar de raíz lo que de ellas nacía, censurarlo, perseguirlo y contra argumentarlo.
En este articulillo he hablado abiertamente de censura e imposición de religiones e ideologías. A alguno le habrá escandalizado. No he hecho más en estas líneas que hacerme eco de lo que se hizo siempre, lo que se hace actualmente y lo que siempre se hará. Porque sí, es legítimo (y si no lo fuese daría lo mismo porque lo van a hacer igual) que desde arriba la PSOE o la PP, la UE o la Soros (que tienen la misma religión) nos quieran imponer una religión, al igual que es legítimo que nosotros queramos ser los que estemos arriba e imponer igualmente la nuestra.
La diferencia, amigos, es que nuestra Religión es la única verdadera, la única que puede salvar a nuestro pueblo (y a nuestro mundo) y la única que defiende el Bien, la Verdad y la Belleza. Así que seamos reyes e impongámosla.
2 Comments
Diego
13/03/2023 at 09:40En sociedades presumiblemente laicas la política tiene tintes religiosos. El mal llamado progresismo moderno tiene tintes de herejías de las teologías de la liberación del siglo XX – por eso encaja tan bien en las culturas de sustrato católico como las hispanas. En España en pocos años se pasó del nacionalcatolicismo al PSOE state of mind, y éste ha degenerado a niveles sublimes en los últimos años.
Yo soy pesimista, todo esto irá a peor antes de arreglarse por que no hemos tocado fondo a nivel social. Y los ejemplos venezolanos o argentinos no invitan a la esperanza.
Iván R.
23/12/2023 at 21:24La Virtud como camino hacia el bien: verdad, justicia, belleza. Así se entendía en la Grecia clásica, y el cristianismo primitivo, imbuido de ese clasicismo griego, entre otros afluentes, lo hizo suyo como una especie de faro, justo por detrás del amor, el centro del mensaje de Jesús.
¿Cómo puede haberse perdido algo así tan en masa, aunque uno vea no ser eso ni haberse dirigido a ello? ¿Acaso una vida carente es digna, soportable, tiene sentido?
Me lo he preguntado muchas veces y lo sigo haciendo.